*Eva Rodriguez, gerente de Agua de Coco

 

Todas las personas que estamos en Agua de Coco sabemos que las niñas son un motor de esta organización: la mayoría ya somos fans de la Malagasy Gospel, bailamos al ritmo de las chicas de la Bloco Malagasy, y vibramos con los goles del equipo de futbol femenino de Camboya, o las Tafita de Tulear.

Como organización tenemos claro que debemos poner el foco en ellas. No sólo porque son el 50% del mundo que queremos transformar, también porque en los países en los que trabajamos especialmente, viven una triple exclusión: la de la pobreza, el color de la piel y la de la desigualdad de género.

No se nos olvida que una de cada tres niñas de países en desarrollo contrae matrimonio antes de los 18 años y sus índices de fracaso escolar son abrumadoramente peores que los de los niños, marcados el matrimonio precoz, los embarazos no deseados y las responsabilidades de cuidado infantil. Otro ejemplo de su exclusión es que durante la adolescencia el 49% de las niñas abandonan el deporte, una proporción que es seis veces más alta que entre los niños.

Este es el mes en el que las celebramos: a las niñas y mujeres que hay en nuestras vidas, y a aquellas que están algo más lejos, en Madagascar, Camboya, Paraguay… Y para celebrarlas no hay nada mejor que el empoderamiento. Una palabra nueva pero llena de significado. Para mi se refiere a la capacidad que tienen las personas en situaciones de vulnerabilidad para lograr una transformación con la cual dejen de ser objeto de otros y consigan ser las protagonistas de su propia historia. Pero aún queda un largo camino por recorrer, por eso celebramos, reivindicamos y queremos niños y niñas protagonistas de su propia historia, que disfruten de la escuela, de la familia, de un entorno seguro, de oportunidades de cultura, deporte, ocio… En definitiva, un futuro para todos y para todas. Algunas referencias: UN Women