En Tulear, al sur de Madagascar, las vacaciones escolares no significan pausa para el aprendizaje ni para el desarrollo personal. En la Escuela Sociodeportiva de Bel Avenir, los entrenamientos continúan cada día de lunes a sábado, ofreciendo a niños, niñas y jóvenes un espacio seguro, educativo y lleno de energía positiva.

El equipo, formado por cinco profesionales —una responsable de coordinación y monitores especializados en baloncesto, fútbol, voleibol y tchoukball— garantiza que cada disciplina cuente con un acompañamiento de calidad. Además, uno de los monitores es un antiguo beneficiario del proyecto, ejemplo de cómo el deporte transforma vidas y devuelve oportunidades.

Durante las vacaciones, los entrenamientos de baloncesto, fútbol, voleibol y tchoukball ayudan a los jóvenes a mantener su condición física, reforzar la cohesión de grupo y aprender valores como la disciplina, la perseverancia y el trabajo en equipo. Para muchos, este espacio evita el aislamiento y les brinda una alternativa positiva frente a los riesgos sociales.

La atmósfera en las sesiones es dinámica, alegre y motivadora: entre risas, solidaridad y un sano espíritu competitivo, los participantes disfrutan de un ambiente que les impulsa a superarse. Un momento especialmente inspirador de estas vacaciones ha sido ver cómo un joven beneficiario, con carácter tímido e inseguro, asumía con entusiasmo el rol de responsable del tchoukball, demostrando la capacidad del proyecto para empoderar a los más vulnerables.

Aunque actualmente participan más chicos que chicas, la Escuela trabaja para fomentar una mayor igualdad de género en todas las disciplinas, convencida de que el deporte es una herramienta poderosa para la confianza y el crecimiento personal de cada joven.

Las actividades más populares siguen siendo el voleibol y el tchoukball, deportes accesibles, colectivos y muy divertidos, que atraen a un gran número de participantes.

La continuidad de este proyecto es clave: más allá del juego, la Escuela de Deporte es un espacio de apoyo, de valores y de futuro. Como dicen sus responsables: si Bel Avenir se apagara, no solo se perdería un lugar para entrenar, sino un hogar donde los jóvenes construyen sus sueños.