La situación de la educación en el continente africano es términos generales deficitaria y una cuestión a resolver, encontrándose aquí la región del mundo con más personas sin escolarizar, el África subsahariana. Si bien Madagascar no se encuentra en el continente y es un país insular, sus condiciones materiales no varían demasiado de sus vecinos continentales, y comparte con ellos la misma dramática situación con respecto al ámbito educativo.

El impulso a la educación en este tipo de regiones es vital, y se ha venido acuñando desde el pasado siglo el término ‘’educación para el desarrollo’’ entendido como una educación orientada a la formación de cuadros técnicos y de gestión capaces de convertirse en impulsores de su propio desarrollo. Escolarizar a la población implica contribuir a poner las bases sobre las que se sustenta el desarrollo de los países africanos.

En el caso del país malgache, la situación de la educación en términos de inversión es aún muy mejorable, encontrándose en el ranking de países por importe invertido en el puesto 136 de 192, y si medimos lo invertido en proporción con el PIB, Madagascar invierte un 3,1% del PIB, lo que situaría al país insultar en el puesto 147 de 192 dentro de ese ranking. Si bien el porcentaje del PIB destinado a la educación ha venido creciendo los últimos años, la situación comparativa con respecto al resto del mundo es preocupante, y por tanto emplaza a las autoridades y entidades no gubernamentales a intervenir en esta problemática que afecta tanto al corto como al medio y largo plazo.

 

¿Cuáles son las principales problemas que afectan a la educación en Madagascar?

Ahondando más en el problema, se pueden identificar una serie de factores concretos que impiden la eclosión del sistema educativo de Madagascar. En concreto podemos señalar los siguientes problemas:

  • Tasas escolares no gratuitas: si bien en el país se propugna la enseñanza primaria gratuita, en la práctica las familias siguen recibiendo costes informales que a veces no pueden asumir por su situación vulnerable, con lo que se prefiere no invertir en la educación de los hijos y dedicarlos a otras actividades.
  • Brecha interregional en el nivel educativo: la situación educativa en el país está especialmente pauperizada cuanto más alejadas están las poblaciones de los grandes centros urbanos.
  • Desigualdades de género: en muchas zonas del país la costumbre todavía otorga un papel secundario a la mujer, y unido a los costes que implica la educación para las familias, se envía en muchos casos antes a los niños que a las niñas a la escuela.
  • Falta de sensibilización sobre la importancia de la educación: las bajas tasas de escolarización se explican también debido a la no existencia de una percepción del vínculo entre el nivel educativo de la sociedad y el desarrollo de la región o el país.
  • Problemas de recursos humanos y materiales: situación mejorable de la docencia tanto en términos cuantitativos como cualitativos, falta de infraestructura, programas educativos desiguales entre regiones, entre otros.

Alianzas para un futuro sostenible

Encontramos por tanto en Madagascar una situación educativa en la que aún se puede llevar a cabo un largo recorrido. El Estado y las organizaciones no gubernamentales pueden abordar una multitud de problemáticas urgentes que aportarían un gran beneficio a la comunidad a corto plazo, pero también a largo plazo. Ya existen grandes ejemplos de esfuerzos llevados a cabo en la región que están produciendo beneficios desde el primer momento, como la alianza entre el programa ProFuturo y la Fundación Agua de Coco para llevar la educación digital a la sur de la región, beneficiando a más de 100 docentes y casi 4.000 niños y niñas. El desarrollo de la educación en Madagascar es una necesidad urgente y con la cooperación de agentes individuales y colectivos se puede contribuir a su mejoría.

 

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