Mi nombre es Romain Massy, ​​tengo 22 años y soy de nacionalidad belga. La duración de mis prácticas en Madagascar es de 3 meses. Estoy en mi tercer año de formación como educador especializado en acompañamiento psicoeducativo.

Comencé mi historia con Agua de Coco porque quería ayudar a una población fuera de mi país, y realizar mis prácticas de último año. Inicialmente realicé mi solicitud a otra ONG, pero después al no tener respuesta, una amiga me aconsejó que hiciera mis prácticas en Agua de Coco Madagascar porque ella había estado aquí como voluntaria y lo había disfrutado.

No es solo que Agua de Coco me haya cambiado la vida, es toda la riqueza de un país lo que me hace darme cuenta de que cómo europeos no aprovechamos lo suficiente estos momentos importantes de la vida. A veces nos limitamos a nuestros problemas sin siquiera entender que es un detalle pequeño. Agua de Coco me ha ofrecido algo extra al permitirme ser protagonista activo en un trabajo que es muy enriquecedor y humano.

Algunas reflexiones:

En primer lugar, me parece esencial la voluntad motivarnos los unos a los otros. Pensamos que cuando trabajamos solos vamos más rápido, pero juntos vamos mucho más lejos.

En segundo lugar, puede parecer utópico, pero entender las necesidades de cada sector y contratar a alguien permitirá, si el trabajo está bien hecho, aligerar el trabajo de este sector. Aunque algunas personas irónicamente se cruzan de brazos cuando deberían de ofrecer su ayuda.

Por último, bajo mi punto de vista, Agua de Coco está trabajando en tantos proyectos que a veces son difíciles de abarcar, por lo que es necesario o centrarse en una cosa a la vez o la contratación de más personal.

En general pienso que existencia de una ONG, cuando trabaja por el bien de los demás y no por su bien personal, tiene mucho que aportar al país, como seguridad, educación, cambio, y también las sonrisas y el compartir, como hace muy bien Agua de Coco. Para un voluntario es importante que nuestro trabajo sea mejorar la felicidad de los seres humanos y no acentuar su desgracia.

En 25 años me imagino a Agua de Coco con un gran campo de acción en Madagascar, así como en los países representan la red Agua de Coco, mejorando la situación territorial y brindando felicidad a innumerables familias. Dentro de 25 años, y espero que incluso antes, también me imagino a Agua de Coco en Bélgica para poder ayudar.