Me llamo Orsi Somogyi y soy húngara. Conocí Agua de Coco en Madagascar en 2012 y me quedé impresionada por la amplitud, el dinamismo y la creatividad de sus proyectos.  También me encantó la humanidad presente en la mentalidad del equipo, de los voluntarios y voluntarias y incluso de los y las beneficiarios y beneficiarias de todos los proyectos.

Fue un gran honor cuando me propusieron trabajar como directora del Hôtel Solidaire Mangily. Me llenó de especial alegría poder trabajar con ese fantástico equipo, lo que además me permitió combinar mi profesión, el turismo, y mi ganas de comprometerme en un proyecto solidario.

Me quedé “solo” dos años en Madagascar, pero esta estancia me marcó para toda la vida. Los momentos más fuertes para mi son siempre cuando me doy cuenta del impacto del trabajo de Agua de Coco en la vida de los y las beneficiarias, sobre todo si son jóvenes y les puedo ver evolucionar. Cuando vienen de entornos muy pobres y reciben una escolarización o aprenden una profesión, o se abren a nuevas ideas o pasiones gracias a Agua de Coco, el cambio se nota en su vida pero lo más emocionante es que se nota también en su personalidad y en su autoestima y dignidad. Es lo que a mi me emociona más.

Justamente, mi recuerdo más emocionante de todo esto tiempo con Agua de Coco tiene que ver con ello. Me acuerdo de mi último viaje en Madagascar hace unos meses (en febrero de 2019). Que alegría cuando pude ver que algunos jóvenes músicos, antiguamente beneficiarios y beneficiarias del Centro de Arte y Música, se han convertido en músicos profesionales y, después de un concierto mágico en Tulear, ¡se estaban preparando para una gira internacional!

Desde que volvimos a Hungría (con mi marido que también trabajaba con Agua de Coco en Madagascar) seguimos guardando Agua de Coco en nuestros corazones pero también en nuestro cotidiano: representamos Agua de Coco en Hungría e intentamos hacer lo posible para apoyar y dar a conocer, desde nuestro país, los bonitos proyectos que nos parecen tan importantes para el desarrollo de Madagascar.

Cuando me imagino la red Agua de Coco dentro de 25 años, lo que veo es una organización funcionando con una gran profesionalidad, llevando a cabo proyectos muy elaborados y bien pensados, gracias a las lecciones sacadas de sus 25 años de experiencia. Pero lo que veo sobre todo es el mismo tipo de compromiso en el que prime la solidaridad, la humanidad y la motivación personal de cada uno detrás de cada proyecto. Es lo que me emocionó más desde el primer dia y lo veo como el ADN de Agua de Coco.