Durante las últimas semanas se ha propagado una epidemia de peste en Antananarivo, la capital del país, y en las zonas costeras, lo que ha dejado un balance preocupante de personas infectadas. Desde el llamamiento a la calma, tomamos medidas para evitar la propagación en nuestras zonas de intervención.
Durante estos últimos días, Madagascar se sitúa en el foco mediático por la epidemia de peste que afecta a algunas zonas de la isla africana. Las noticias que llegan desde el Ministerio de Salud Pública de Madagascar son en relación al agravamiento de este brote en la capital, Antananarivo, y diferentes zonas costeras del país. Según el Ministerio de Sanidad Pública de Madagascar, entre finales de agosto y el 12 de octubre de 2017, ha habido 561 casos de afectados, incluyendo 57 muertes principalmente en las comunidades urbanas de Antananarivo y Tamatave. De estos 561 casos, 415 han sido de peste pulmonar, más agresiva y de más fácil contagio que la bubónica, ya que se transmite por inhalación de partículas que emana la persona infectada.
La peste es una enfermedad endémica en este país, donde se reportan unos 400 casos cada año, principalmente en forma bubónica (transmitida por picaduras de pulgas a ratas infectadas). Pero a diferencia de los brotes anteriores, este año afecta grandes áreas urbanas, lo que aumenta el riesgo de transmisión y el número de casos identificado hasta ahora es mucho más alto de lo que normalmente se espera en esta época del año. La peste es mortal con una ausencia de tratamiento, pero puede curarse con antibióticos comunes si se administran rápidamente. En este sentido, la sanidad pública de Madagascar pone a disposición de la ciudadanía antibióticos gratuitos para las personas afectadas, aunque no siempre son de fácil acceso y no hay siempre un diagnóstico precoz.
La pobreza es el caldo de cultivo para la existencia y propagación de enfermedades como la peste. Como muchas otras enfermedades, la peste está erradicada en países enriquecidos y sigue afectando países como Madagascar, situado en el 158 lugar de los países más pobres del mundo, según el Índice de Desarrollo Humano. Unos servicios de salud deficientes, la dificultad para acceder a agua potable en el día a día y por lo tanto a la higiene, una mala nutrición así como la falta de educación, son algunos de los factores que intervienen en la perpetuación y la gravedad de estas enfermedades. Y es lo que hace más difícil hacer frente a epidemias como esta.
En este sentido, y para apoyar el trabajo que llevan a cabo organismos públicos e internacionales y evitar que el brote se convierta en epidemia en las zonas en las que trabajamos (Tulear y Fianarantsoa), y donde ya ha habido algún caso aislado detectado, hemos desarrollado un plan de acción que se compone principalmente de dos ejes principales:
1) Sensibilizar e informar a los beneficiarios, al voluntariado y equipos técnicos:
– Impresión y distribución de folletos de información del Ministerio de Salud Pública de Madagascar sobre los riesgos de propagación.
– Difusión interna regular de la evolución de la epidemia (Fuente: OMS, Ministerio de Salud Pública).
– Capacitación del personal para informar a los beneficiarios en la lucha contra epidemia.
– Limitar el movimiento y el agrupamiento de personas en zonas de riesgo de contaminación (estacionamiento de taxis, mercado …).
– Formar a los beneficiarios sobre la importancia de la higiene.
2) Anticiparse una situación de desarrollo de la epidemia en las zonas de acción de Agua de Coco:
– Desratización y tratamiento de las pulgas de todos los centros de Agua de Coco en Madagascar.
– Desarrollo de una estrategia para desratizar y tratar los centros y escuelas públicas.
– Identificación de centros de salud para el tratamiento de posibles personas contagiadas.
– Identificación de las necesidades de los hospitales.
– Coordinación con las delegaciones regionales del Ministerio de Salud para acciones concretas, como por ejemplo, la distribución de antibióticos.
– Difusión de carteles y folletos sobre «buenos comportamientos»