Para Agua de Coco la educación es una herramienta imprescindible de incidencia para reducir las tasas de analfabetismo y por lo tanto mejorar las condiciones de vida de las personas. En Madagascar, uno de los países donde trabajamos, la tasa de alfabetización es de aproximadamente un 65% y tan solo un 24% de los jóvenes están matriculados en alguna escuela de secundaria. Estos datos están directamente relacionados con la alta tasa de trabajo infantil en el país, un 28%.
En el caso de Camboya, estos datos son un poco más alentadores: un 73% de adultos están alfabetizados, ascendiendo a un 86% entre los jóvenes (de 15 a 24 años), lo que muestra que la situación está mejorando generación tras generación. A pesar de que estos datos son más positivos que en el caso del país africano, no hay que olvidar que un cuarto de la población no sabe leer ni escribir y hay que tener en cuenta la desigualdad social que existe así como las diferencias entre las áreas urbanas y rurales.
Educación VS Analfabetismo: un reto común
Según el Instituto de Estadística de la UNESCO, hay 757 millones de personas analfabetas en el mundo, de las cuales 115 millones son jóvenes (de 15 a 24 años) y unos 500 millones, un 64%, mujeres. A pesar de que estas cifras han mejorado ligeramente respecto a años anteriores, se hace más que evidente la necesidad de poner de nuevo el foco en esta problemática en los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible, hoja de ruta que Naciones Unidas ha marcado en la agenda como continuación a los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Además la ONU insiste en la persistencia generacional de la brecha entre hombres y mujeres, especialmente en África Subsahariana y en la zona Sur y Occidental de Asia, lo que supone otro obstáculo hacia la consecución de una igualdad de género hacia la que caminamos un gran número de instituciones, organizaciones, gobiernos, activistas y actores sociales. Así, el reto que se plantea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible es que, para el año 2030, la población joven y una gran parte de la adulta sepa leer, escribir y operaciones matemáticas básicas. ¿Lo conseguiremos? El reto es común.