Me llamo Marisa Sevillano. Conocí Agua de Coco junto a mis dos hijos de 18 y 20 años y otra familia de amigos también con sus dos hijos, en Julio del año 2008. Decidimos irnos a colaborar en el terreno con ellos a Tulear, Madagascar, durante el mes de vacaciones. Anteriormente llevábamos ya dos veranos conociendo y apoyando en el terreno, otros proyectos de ONGs en dos países de Latinoamérica.
Elegimos Agua de Coco en ese verano, porque nos habían hablado muy bien de su trabajo con mujeres y la infancia en países del Sur, Camboya y Madagascar, conocidos a través de la solicitud de un proyecto de cooperación a un ayuntamiento de la Sierra de Madrid, Torrelodones.
Hemos seguido yendo cada verano, pagándonos nuestro billete, incluso mi hijo con 18 años permaneció allí durante tres meses junto a otros dos amigos y elaboraron el diccionario francés-malgache-español, muy útil para todos los voluntarios y voluntarias que pasan por allí. Años después también tuvimos la posibilidad de conocer Coconut Water, el proyecto de Agua de Coco en Camboya, también una suerte, estar allí.
Desde entonces nos ha cambiado la vida a toda la familia, por conocer esa realidad de pobreza extrema, esa riqueza humana y esa maravillosa manera de gestionarlo, yo diría de hacer milagros con el dinero que tiene la Fundación Agua de Coco y su presidente José Luis Guirao, para llegar cada vez a más beneficiarios u beneficiarias y con la mayor transparencia y acierto en sus proyectos innovadores e inclusivos.
Nos ha cambiado maravillosamente la vida conocer Agua de Coco. Es una tranquilidad poder estar aquí con nuestra vida y saber que el ser socios de Agua de Coco, permite a Jose Luis , que los beneficiarios y las beneficiarias allí, puedan comer, ir al colegio o llegar a la universidad, a la escuela de música o se les atienda si caen enfermos y saber que eso es verdad..
Yo siempre me defino como voluntaria de Agua de Coco. Formo parte del voluntariado desde el momento que volvimos de Madagascar. Participo dando grupos de formación al voluntariado que se incorpora de nuevo a Agua de Coco o va a marchar al terreno para realizar un proyecto, formación de voluntariado local e internacional.
Además formo parte del Patronato de Agua de Coco desde hace años.. Es un placer formar parte de esta gran familia de una y otra manera.
En los veranos junto con otras voluntarios y voluntarias nos vamos al terreno a Madagascar, pagándonos nuestro billete de avión, para apoyar y seguir impulsando el programa de Lucha contra la Malnutrición que se viene desarrollando por el equipo local de Bel Avenir (contraparte local de Agua de Coco) en Tulear. Es una inmensa satisfacción comprobar año tras año cómo crecen los proyectos en número y en aumento de beneficiarios y beneficiarias, en mejora de la población local . En estos últimos veranos apoyamos el Centro de Atención Integral a la mujer. Que maravilla ver a esas mamás formándose en alfabetización, formándoles para inserción laboral y siendo diagnosticados y tratados sus bebés y ellas contra la desnutrición. También colaboramos con los CENUTs (Centros de educación nutricional) en Tulear. Es un regalo poder comprobar en el terreno cómo se trabaja de bien en Agua de Coco.
Hay muchos momentos fuertes, felices, muchas anécdotas que recuerdo relacionadas con Agua de Coco. Pero si debo pensar en una, si, recuerdo aquella mañana en Tulear, verano del 2009. Estábamos mi hija y yo en la sede de la ONG con José Luis cuando se acercó una mujer con un niño de un mes, Belardo. Era su tía, su madre había muerto en el parto, como es muy habitual en Madagascar. El bebé no paraba de llorar de hambre, ella no tenía dinero para comprarle leche maternizada y llevaba viviendo durante su mes de vida con biberones de agua con azúcar. Mi hija y yo nos miramos con lágrimas en los ojos y le pedimos a José Luis apadrinarle, pero nos dió una idea mejor, además de ayudar a Belardo poner en marcha un proyecto en España, solicitando un proyecto de cooperación para casos como el de Belardo. Ese año el Colegio de Médicos de Madrid nos lo concedió.
Belardo este verano cumplirá los diez años y es fantástico ver lo bien que aprovecha el colegio.
Cuando me imagino que será la red en 25 años, me la imagino igual en transparencia y buena gestión del dinero, sostenible en todos sus proyectos de desarrollo local y siguiendo con gran intercambio de valores entre el Norte y el Sur y con todavía con mayor desarrollo en cooperación Sur-Sur dentro de los países donde estemos.
Me la imagino creciendo en innovación, creciendo en número de países, y construyendo un futuro mejor en los países del Sur, dónde cada vez exista menos inequidad .
Me la imagino creciendo en voluntariado, en cada sede, en cada país y en más países del Norte y del Sur. Me la imagino creciendo en socios de manera que lleguemos a contar con los ingresos suficientes para ser independientes, sin necesidad de tener que estar apurados por concursar a las ayudas a cooperación cada vez más escasas.