¡Buenos días a todos y todas!
Me llamo Jonathan y desde 2012 soy el presidente de la asociación Aigua de Coco de Andorra. Tuve esta oportunidad a mi vuelta de mi primer viaje a Madagascar. Desde entonces, ¡he vuelto cinco veces!
Así es como descubrí Agua de Coco. Me fui a Madagascar como voluntario durante un mes. Mi idea era descubrir el país y los proyectos de la ONG. Y esto me motivó a formar parte del grupo porque sentía que compartía la visión de la organización y sus objetivos.
En Andorra coordino principalmente el equipo de voluntariado y los proyectos que llevamos a cabo. También trabajo en el ámbito de la educación, y me encanta sensibilizar mis alumnos y alumnas sobre la situación de otros países, como Madagascar y Camboya, además de organizar intercambios culturales como por ejemplo cuando viene la Malagasy Góspel u otros grupos de gira por Europa.
A través de estos intercambios, Aigua de Coco me aporta muchísimo a nivel personal.
Cuando trabajé de profesor en la Escuela de Las Salinas en Tulear (Madagascar), viví momentos muy intensos. Uno de los más emocionantes fue mi último día a la escuela, mi despedida. Salieron todos los profesores y las profesoras con el alumnado, para cantarme una canción (la canción de la escuela) con mucha emoción. El momento fue muy emocionante para mí y para el personal de la escuela. Hemos compartido muchísimo.
Cuando pienso al futuro de Agua de Coco, noto que la red está cada vez más extendida. Esto quiere decir que las cosas están bien hechas. En este mundo globalizado, pienso que la red seguirá creciendo conservando todas sus cualidades: mantener una relación muy cercana con los beneficiarios, las beneficiarias y el voluntariado, seguir siendo transparente, invertir bien el presupuesto, ofrecer experiencias de voluntariado que supongan una experiencia directa con la población local, etc.