El retorno de las enfermedades ya superadas se nota en todo el mundo. Existen varios ejemplos de enfermedades que se llegaron a erradicar hace ya muchos años y que hoy vuelven a convertirse en un gran problemas sanitario. Es por ejemplo el caso del sarampión, una enfermedad muy contagiosa que afecta de forma especial a la población infantil y que puede tener consecuencias muy graves como la ceguera, daños cerebrales, infecciones del oído, neumonía o incluso la muerte.
En Madagascar los casos de sarampión habían descendido de manera drástica gracias a una campaña grande de vacunación después de la epidemia que hubo en 2003. Hoy las tornas han cambiado. La OMS ha notificado 150 000 nuevos casos, de los cuales 1242 de ellos han sido mortales. Y esto son solo las cifras de Madagascar, pero este fenómeno se da en todo el continente, así como en Europa o en países como Estados Unidos.
El sector sanitario hace patente su preocupación por la oleada de rechazo a las vacunas en todo el planeta. Aunque las causas y explicaciones sociológicas varían de una región a otra, en Madagascar, los motivos de este rechazo son múltiples y complejos:
La población suele recibir información contradictoria por parte de los sanadores tradicionales pero, sobre todo —y este fenómeno se nota mucho más en las ciudades que en las zonas rurales en las que la sensibilización suele dar buen resultado— se transmite información errónea en las redes sociales. Los rumores y el temor a las vacunas se propagan como la pólvora en gran medida por el boca a boca.
Los equipos locales de médicos y personal sanitario realizan su trabajo de sensibilización, pero afirman tener dificultades para convencer de la necesidad de las vacunas en un contexto en el que influyen varias variables: creencias, miedos generalizados, y también las costumbres.
Pero lo que llamaríamos “movimiento anti vacuna” no es la única causa, ni la más importante en Madagascar. Los factores estructurales también tienen un impacto grande en la baja cobertura vacunal y en el contagio del sarampión.
El primero de estos factores es la frecuencia de las restricciones y cortes eléctricos, que tienen como consecuencia discontinuidades en la cadena de refrigeración y lo que provoca que las vacunas no se puedan conservar a la temperatura necesaria.
El segundo factor es el aislamiento de algunas zonas y la dificultad de acceso a los servicios de salud perpetuado por la inestabilidad y las constantes crisis políticas que vive el país.
Frente a la multiplicación enorme de los casos de sarampión en el mundo debido al aumento de la desinformación provocado por el uso generalizado y el súper consumo de información no contrastada en las redes sociales, nos parece importante seguir sensibilizando sobre la importancia de la vacunación y de la prevención.
Y sobre todo enseñar la visión crítica de la extra información que recibimos actualmente, tanto aquí como en Madagascar. Es importante contrastar las fuentes de esas informaciones y la rapidez de los medios de comunicación a veces no nos lo permiten, por eso lo vemos como uno de los desafíos más grandes de nuestro siglo.
Pero sobre todo, hay que entender las causas profundas de este tipo de conductas y decisiones como el rechazo a las vacunas, para poder actuar respetando las particularidades sociales y culturales de las zonas donde se interviene.
Fuentes para leer más sobre el tema:
—>https://www.who.int/csr/don/17-january-2019-measles-madagascar/es/