Al volver de esa experiencia, emocionada por los proyectos y valores de la organización, quise seguir apoyando los proyectos desde Suiza. Así que después de hablar con la anterior presidenta de Eau de Coco Suiza, en 2014 cogí las riendas de la asociación.
Los momentos más emocionantes para mi han tenido lugar durante mi voluntariado en el terreno. En Mangily pasé varios meses pintando ilustraciones en las paredes de los edificios de las “Clases Verdes”.
Aunque este trabajo no es el que más tengo en mis recuerdos. Con lo que realmente me quedo es con los intercambios que tuve con la población local. El hecho de vivir en ese contexto realmente nos ha hecho tomar consciencia de la complejidad de la vida de los malgaches, de sus necesidades. Sin duda alguna, a través de esta experiencia se puede sentir el amor que este pueblo tiene por el país. También he aprendido que somos nosotros, las personas europeas, las que volvemos más enriquecidas con las experiencias de ese tipo.
En Suiza, las experiencias que más me han emocionado y que quedarán en mi memoria son las giras del Malagasy Gospel y, sobre todo, los intercambios Námana entre mis clases de niños y niñas y las de Madagascar. ¡Que motivador es permitir a los niños y niñas de aquí y de allí abrir una pequeña ventana al mundo! Cuando al final del día les pregunto a mis alumnos y alumnas de 7 años “¿Cómo podemos ayudar a los niños de Madagascar?”, yo espero que me contesten “enviándoles dinero, medicamentos y material escolar”. Pero ellos me sorprenden respondiendo simplemente “dándoles amor”. En ese momento sentimos que nuestra misión se ha cumplido y que el grano de arena no es tan insignificante porque hizo su caminito.
Me gusta trabajar dentro de la fundación porque el trabajo en red nos permite sentir que pertenecemos a una gran familia con metas comunes.Estoy feliz, cuando a final de año me doy cuenta de que incluso desde nuestra pequeña estructura, podemos contribuir a apoyar los proyectos que nos han emocionado desde que descubrimos Agua de Coco y más concretamente Bel Avenir. Este proyecto realmente significa mucho para nosotros, y queremos que, a lo largo del tiempo, nuestra estructura pueda crecer y apoyar Madagascar a mayor escala.
Es difícil para mí imaginar cómo será la red Agua de Coco en 25 años. Sin embargo algunas cosas son muy importantes para mí. Sobre todo, mi primer deseo es que la red siga activa y que sigamos trabajando juntos, entre varios países. De hecho, creo que es conjuntamente, y con un grano de arena de cada persona que colabora, como podemos hacer grandes cosas.
También es importante que Agua de Coco no pierda de vista sus metas, valores y misiones esenciales y pueda proseguir su trabajo a escala humana, especializándose y profesionalizándose en ámbitos que domina y en los cuales es competente, sin ser demasiado ambicioso y desbordarse de sus competencias y ejes de acción.
Por último, deseo que podamos trabajar mejor en colaboración con las poblaciones locales dándoles las competencias y conocimientos necesarios para que puedan ser autónomos en la mayoridad de los proyectos impulsados por Agua de Coco.