Consulta la información sobre el próximo concierto de Violines Solidarios en este enlace.
La música, cuando se pone al servicio de la solidaridad, hace posible que cualquier persona, en cualquier etapa de la vida, pueda expresarse y disfrutar compartiendo con los otros desde los sentimientos más íntimos hasta las experiencias sociales más enriquecedoras. Estos son algunos de los valores que el profesorado de la escuela Music & Dynamics de Pozuelo de Alarcón y, más concretamente, su directora, Lucía Ristori, intenta transmitir a sus alumnos y alumnas, dentro de la concepción y de la música como un todo integrador, cuyo aprendizaje rebasa ampliamente el aspecto puramente técnico.
La lucha por los derechos de la infancia ha sido desde el principio el leitmotiv de estos conciertos solidarios a favor de la ONG Agua de Coco, conciertos que se vienen produciendo desde hace ya seis años, gracias también a la colaboración del Ayto. de Pozuelo, que ha cedido siempre el espacio para que pudieran celebrarse.
Pero además, con estos conciertos solidarios no sólo se consigue ayudar y ofrecer mejores posibilidades de vida a niños desfavorecidos, sino que también se intenta transmitir un mensaje a los niños y niñas que con tanta ilusión suben al escenario a hacer música: el aprendizaje de un instrumento no solo puede tener fines lúdicos o estéticos, sino que se puede ir mucho más allá, estableciendo lazos y canales de comunicación entre sociedades tan distintas como éstas.
Hablamos con Lucía para que nos cuente un poco más sobre su proyecto.
Hola Lucía cuéntanos, ¿Cómo comenzó la idea de “violines solidarios”?
Pues es una historia un poco larga… Aunque yo soy violinista, conocí a Belén (voluntaria de Agua de Coco) en las aulas de la Universidad, donde cursábamos ambas Filología Alemana. A través de ella conocí la labor que Agua de Coco llevaba a cabo en Madagascar y me fascinó. Me propuse que, en cuanto me fuera posible, intentaría de alguna forma colaborar con ellos. Y en ello estamos desde hace seis años ya.
Háblanos un poco del método de enseñanza que seguís en tu escuela, el Método Suzuki, y por qué las líneas fundamentales de su filosofía hace que encajen también con este proyecto?
Pues, a través del método Suzuki se favorece el aprendizaje del instrumento a una edad temprana. A partir de los 3 años un niño o
una niña puede aprender a tocar un instrumento del mismo modo que aprende la lengua materna. A través de la escucha, fomentando la educación del oído y el desarrollo de la memoria se fomenta el desarrollo de las capacidades presentes en cada niño, ya que el talento no se hereda sino que se desarrolla.
Para todo ello, es imprescindible la implicación de los padres en el proceso de aprendizaje, aunque esto no significa que deban tener conocimientos previos de música. El aprendizaje tiene siempre un carácter lúdico para que resulte atractivo para el niño. También es muy importante tener en cuenta que la meta última del Dr. Suzuki no era únicamente crear músicos profesionales, sino educar a la persona dando lugar a seres humanos nobles que hicieran posible un mundo mejor a través de la música. Por eso, creo que la filosofía Suzuki encaja tan bien en este proyecto, pues su sueño fue crear un mundo mejor a través de la música y la educación.
¿Qué actitudes ves que se fomenten en tus clases al preparar las obras con un objetivo como este? ¿Hay más motivación por parte de los alumnos? ¿Se esfuerzan más? ¿Ves cambios en ellos?
Pues en la escuela desde comienzo de curso ya estamos preparando el concierto. Los niños y niñas están ilusionados y los padres también. A medida que se acerca la fecha se ponen nerviosos y hay que tranquilizarles. Les explicamos que van a hacer lo mismo que hacen en clase, pero que esta vez su esfuerzo no sólo les va a beneficiar a ellos, sino también a otros niños y niñas que viven muy lejos y que seguramente nunca conocerán, pero que su música también llegara a ellos de otra forma. Eso les ayuda a darse cuenta que el mundo es un poco más grande que su familia, sus amigos, su colegio… Que hay otra realidad que, aunque no ven, está ahí y también les posibilita comprender el sentido y verdadero alcance de la palabra solidaridad. Y ¿qué hay más bonito que unos niños ayuden a otros niños?
¿Qué acogida tiene la iniciativa por parte de las familias?¿Y el centro?
Como te decía, las familias también se sienten muy implicadas en la preparación de este concierto, como lo están también en todo el proceso de aprendizaje, ya que este método no tiene como objetivo único la educación musical. Los efectos a largo plazo en la familia son muy positivos y de gran alcance, pues fomenta la cooperación y el amor propio por superarse día a día y, por ello, a compartirlo con sus padres y el resto de sus compañeros.
Por otra parte, el centro está encantado de colaborar con Agua de Coco y, aunque es mucha responsabilidad, es un placer ver el interés de los niños y las familias por que todo salga bien. La verdad es que nuestros alumnos y alumnas nos ayudan con su motivación
a superarnos un poco más cada año.