Hola, somos Inma y Carlos y, además de compartir una vida en común, ya que somos pareja, compartimos también el voluntariado en Agua de Coco en la Delegación de Valencia.

Conocimos Agua de Coco a través de una voluntaria, con la que coincidimos por una de esas casualidades de la vida. Nos habló de la gira Malagasy Gospel de 2016 y de la necesidad de voluntarios que les acompañaran.

Inma: En pocos días, sin saber mucho sobre Agua de Coco, más allá de una idea general de sus proyectos, me encontré en un autobús camino de Valladolid para unirme a la gira. Conocer y compartir estos días con todo el equipo fue una gran experiencia, de la que me quedo con la acogida que nos hacían en las ciudades por las que pasábamos, las caras emocionadas de las personas al salir del concierto, las canciones improvisadas de Harrys y los abrazos de buenos días que nos daban las niñas. Estos últimos eran muy especiales. Una vez terminó la gira, supe que mi colaboración con Agua de Coco no terminaría ahí.

Carlos: Tras su vuelta, Inma fue animándome a participar con Agua de Coco. Yo, que nunca he sido muy partidario de implicarme con ONGs, me mostré un tanto reacio en un primer momento. Me costó entrar, pero, según fui conociendo a Agua de Coco, me di cuenta de la importancia de todo lo que hacen en Madagascar y en Camboya, y de que sus valores y la forma de llevar a cabo sus proyectos, coincidía plenamente con mis convicciones personales. El paso por Valencia de la gira de 2018 fue lo que finalmente me enganchó.

Aprovechando la inercia que provocó el paso de la gira, tanto en nosotros como en el resto de voluntarios que había en Valencia, nos propusimos empezar a realizar actividades que dieran visibilidad a los proyectos que se llevan a cabo en terreno y permitieran ayudar a su financiación. Con esta intención en mente comenzamos a plantear ideas y la primera que tratamos de materializar fue una ruta de senderismo solidaria. En todo momento, tanto el equipo técnico, como el resto de voluntarios, nos apoyaron y nos ayudaron a sacar adelante esta actividad. ¡Sorprendentemente, conseguimos llevarla a cabo!

Saber la importancia que tuvo la pequeña aportación que conseguimos con la ruta de senderismo, dentro de la campaña de escolarización, nos dio mucho ánimo para seguir adelante y a partir de ahí ya no hemos parado de realizar nuevas actividades, participar en diversos eventos, mercadillos, etc. Por supuesto, nunca hemos estado solos en todo esto. Siempre hemos estado muy bien acompañados por un fantástico grupo, sin el cual, no habríamos podido hacer muchas de estas cosas.

A nivel familiar, Agua de Coco ha entrado en nuestra vida como un torbellino, estando siempre presente en gran parte de nuestras conversaciones de sobremesa y nuestra actividad diaria. Hay momentos que vivimos entre artesanía, carteles, flyers, etc. y nuestra casa es lo más parecido a una sede de Agua de Coco, pero estamos encantados con ello. Es un punto de unión que aporta nuevos valores a la familia y una forma diferente de crecer.

Durante todo este tiempo, lo que más nos ha emocionado es la respuesta de gente que, sin conocernos de nada y sin conocer a Agua de Coco, se han volcado en ayudarnos a llevar a cabo nuestras ideas (algunas veces un tanto locas) haciéndonos ver las personas tan excepcionales que hay por el mundo y que normalmente nos pasan desapercibidas. Lógicamente, tener detrás un proyecto como es el de Agua de Coco, es una baza importante para lograr todo esto.

Dentro de 25 años nos encantaría que Agua de Coco no hubiera perdido la esencia y los valores que tiene a día de hoy y siga siendo la misma ONG que tanta ilusión ha despertado en nosotros.

Para entonces, la Red Agua de Coco habrá crecido mucho y lo más importante es pensar que las niñas que nos emocionaron desde el primer día con la Malagasy Gospel habrán logrado tener una vida más digna, un gran futuro y estarán trabajando para que todo a su alrededor sea cada día un poquito mejor.

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